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El Romance de las Rarezas: esperando un amor que no espero.   Marsha: En la quietud de mi corazón, el romance no ha hallado morada. Cada idilio amoroso se ha deslizado por mis sentimientos como un suspiro, apenas rozando la superficie de mi ser. No he buscado el amor, ni he tendido redes para atraparlo, pues sabía que él, como un visitante tímido, encontraría su camino hacia mí cuando el tiempo y las estrellas lo dispusieran. En la penumbra de mis pensamientos, he imaginado a esa singularidad que anhelo. No es un amor convencional, sino una especie rara, tejida con hilos de rareza y exigencias poco comunes. ¿Qué busco en ella? Tal vez la complicidad de las almas afines, la profundidad de las conversaciones que trascienden lo cotidiano, la pasión que arde como una llama secreta en la noche. No sé si ella también busca, si se oculta detrás de las constelaciones o si camina entre los sueños de otros. Pero confío en que, cuando llegue el momento, nuestros corazones se reconocerán
Bajo el velo de una mañana fría. En esta mañana gélida, el cielo de Lima presenta un color gris panza de burro, característico de las mañanas invernales de la ciudad, del cual se han desprendido diminutas garuas que han empapado las calles y que superficialmente han dado de beber a la hierba que engalana los parques. el aliento de la tierra se eleva en el ambiente con un aroma algo peculiar pero trascendente que evoca el recuerdo de los días en que mis ojos obnubilados podían saborear las potentes ráfagas que desprendían tu presencia. El frío abraza mi piel, un reflejo de la ausencia que hace patente en mi alma, la tristeza de tu partida. Cada gota de la garua es una lágrima cristalizada en la superficie de mis mejillas, cada soplido del viento frío, un lamento por lo que pudo haber sido y no fue tu vida al lado de la mía, y la mía al lado de la tuya. Te imagino caminando entre los árboles que han perdido parte de su follaje por acción irremisible de la estación otoñal, tu figura e
Oda a Marsha, escritas en el conticinio.   ¿A cuántos de ustedes le agrada ese momento del día justo antes del amanecer, cuando el cielo comienza a iluminarse, pero todavía reina el silencio de la noche? ¿Ese momento de transición entre la oscuridad y la luz del día, ese momento caracterizado por la tranquilidad y la serenidad?   ¿A cuántos de ustedes les agrada el conticinio? Yo siento delectación por ese momento del día, porque es en ese momento del conticinio cuando mi mente presenta su mayor claridad, y es en ese preciso momento cuando más recuerdo al amor perdido. Es en ese momento, cuando mi mente evoca sus recuerdos, y su recuerdo me trae la inspiración.   Todos alguna vez nos hemos enamorado, y los que hemos amado desmesuradamente lo hemos hecho porque hemos idealizado de alguna manera al ser amado. Yo lo llevé a un nivel más arriba, dadas mis características personales. Yo soy un hombre raro, la rareza de mi personalidad me separa del común denominador de otros hombres, en tod
    Las Cicatrices del Abandono:  Un ensayo a un Viaje hacia la Soledad y la Autoconciencia   Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha sido moldeado por sus experiencias, tanto positivas como negativas. Sin embargo, pocas experiencias dejan una huella tan profunda como el abandono en la infancia. Para muchos, el abandono de un padre o una madre es una herida que nunca termina de sanar, dejando cicatrices emocionales que perduran hasta la adultez. En este pequeño ensayo, exploraré cómo el abandono en la infancia puede dar forma a la personalidad y las relaciones interpersonales, así como el papel de la introspección y la autoconciencia en el proceso de curación. Probablemente lo que escriba aquí, se ajuste al concepto de condicionamiento operante desarrollado por, B. Frederic Skinner, en el marco del enfoque psicológico conductista. Según el cual, El conductismo, en general, es una perspectiva psicológica que se enfoca en el estudio del comportamiento observable y medible, y que