Bajo
el velo de una mañana fría.
En esta mañana gélida, el
cielo de Lima presenta un color gris panza de burro, característico de las
mañanas invernales de la ciudad, del cual se han desprendido diminutas garuas
que han empapado las calles y que superficialmente han dado de beber a la
hierba que engalana los parques. el aliento de la tierra se eleva en el
ambiente con un aroma algo peculiar pero trascendente que evoca el recuerdo de
los días en que mis ojos obnubilados podían saborear las potentes ráfagas que desprendían
tu presencia. El frío abraza mi piel, un reflejo de la ausencia que hace
patente en mi alma, la tristeza de tu partida. Cada gota de la garua es una
lágrima cristalizada en la superficie de mis mejillas, cada soplido del viento
frío, un lamento por lo que pudo haber sido y no fue tu vida al lado de la mía,
y la mía al lado de la tuya.
Te imagino caminando
entre los árboles que han perdido parte de su follaje por acción irremisible de
la estación otoñal, tu figura etérea dibujando sombras en el paisaje de esta
mañana que parece anunciar el advenimiento de la próxima estación invernal.
Eres un espectro de mis recuerdos, una presencia intangible que aún logra calar
en lo más profundo de mi ser. Mi corazón, tan vulnerable como la hierba que resignada
recibe las caricias gélidas del viento áspero, late al ritmo de un anhelo
insatisfecho.
El sol, parece que este
día no se asomará, si lo hace, tímido como yo, dejará ver algunos débiles rayos
que apenas arrancarán las sonrisas en las gentes. Tras un manto de nubes, su
luz débil no alcanza a calentar mi alma helada. En su lugar, me envuelvo y
busco calor en la memoria de tus caricias que nunca existieron en la realidad,
pero, que mi fantasía fabricó para darle a mi corazón tu negado afecto, busco
calor en el recuerdo de la calidez de tu sonrisa, que ahora solo vive en mis
sueños. No obstante, encuentro consuelo en esta soledad fría, pues en el
silencio de esta mañana gélida, tu ausencia se convierte en poesía.
Aunque tu desdén haya levantado un muro entre nosotros, el amor que te profeso se mantiene intacto a pesar del paso efímero e inmisericorde del tiempo, como una flor que se atreve a florecer en medio del frio invernal. Así, cada día encuentro en la adversidad de tu ausencia, la inspiración para tejer con palabras, los hilos de un amor eterno. He hallado en tu desdén, he encontrado en tu ausencia, el motivo provechoso para dar rienda suelta a mi creatividad. Tu eres el motivo de mis palabras, de mi prosa, de mi poesía; y donde quiera que hoy te encuentres, deseo de todo corazón que te encuentres bien.
Jacques Nerval.
El Intelectual Diletante.
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